domingo, 7 de agosto de 2022

Cambio de gobierno


Hoy 7 de agosto de 2022 se terminó constitucionalmente el gobierno del señor Iván Duque Márquez e inició su gestión como presidente de la república de Colombia Gustavo Petro Urrego.
A pesar de las circunstancias generadas por la pandemia del COVID-19, y de la sucia oposición orquestada por la izquierda radical, en asociación con diferentes partidos políticos y actores narcoterroristas, el gobierno de Iván Duque dejó un país en buenas condiciones generales, en lo que respecta a economía, salud, educación, inversión, protección social, etcétera.
Tal vez en lo que el señor Duque nos defraudó a muchos colombianos, tiene que ver con la política de seguridad ciudadana y con el deterioro de la institucionalidad de los organismos de control, que si bien, no es culpa de él que los poderes judicial y legislativo estén totalmente corrompidos y manipulados por fuerzas oscuras, el hoy expresidente gobernó pretendiendo ignorar esa grave descomposición política, institucional y moral que condujo al país al estado en el hoy se encuentra: en manos del comunismo.
El doctor Duque hizo bien las cosas, pero se quedó al margen del nefasto plan que se fraguó para entregar la nación al comunismo, y del que hoy hacen parte casi todos los estamentos del país.
«La Colombia de hoy no está contenta ni conforme, está asustada y atenta a lo que pueda venir».
Solo una parte de los ciudadanos colombianos mantiene la falsa esperanza: esos que han sido engañados desde las aulas educativas, esos que repiten discursos de odio implantados a través de los medios de comunicación, esos que se han beneficiado de un falso empoderamiento y de una falsa promesa de libertad anárquica; ellos y muchos ignorantes de la realidad política y social que vive el país y el mundo.
¡Ah!, pero también están felices los protagonistas de la nefasta obra: los actores criminales y sus cómplices; los partidos políticos e individuos que sin dignidad se acomodan a las circunstancias, y, por supuesto, las cabezas del movimiento gestado que no son otra cosa que títeres de una doctrina malsana que carcome a la humanidad.
Esperemos a ver qué viene para Colombia en esta nueva etapa. No ha empezado bien: el nombramiento de un gabinete ministerial totalmente inclinado hacia la izquierda radical que rechaza el orden y la justicia; personas sin integridad acostumbradas a aprovechar las bondades de la burocracia para escalar hacia sus ambiciones sin ningún pudor.
La imposición de una ideología de género en donde se le otorga poder a personas no idóneas, pero serviles y sin escrúpulos. La destrucción de los principios y valores humanos que han mantenido el equilibrio moral y social. El deseo malsano de cambiar las normas constitucionales que rigen para el bien común, para transformarlo en condiciones ilegítimas en favor de unos pocos. El retroceso de una sociedad por la vía de un mandato legal amañado (obtenido con trampa, amenazas y corrupción) que se convertirá en una triste anarquía social y en una dictadura. El derroche de dinero y de toda clase de recursos de la nación para comprar conciencias y corromper imbéciles.

Por último, cabe anotar que no es justo ni honesto el gasto de dinero destinado para la posesión del señor Petro, cuando el país, sus votantes y millones de colombianos sufren por sus necesidades económicas y esperan que las promesas de campaña de su caudillo se hagan realidad.

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